El mundo está dividido. Padres, madres, profesorado, alumnado, todos tienen una opinión que dar.
Una asociación de padres y madres franceses (FCPE
) hizo una “huelga de deberes” porque asegura que no está demostrado que sean útiles, además creen que fomentan las desigualdades entre el alumnado (ya que algunos padres/madres tienen mayor tiempo para dedicarlo a ayudar a sus hijos e hijas; y no todos los padres/madres poseen el mismo nivel educativo).

Por otra parte, la Confederación Católica de Padres de Alumnos (Concapa) y algunos docentes, no comparten esta opinión. Según ellos, los deberes, fomentan la responsabilidad de los chicos y chicas, les obliga a seguir un horario, a superarse, a reforzar lo aprendido.
Dentro de las opiniones de padres, madres y alumnos también hay de todo. Unos opinan que es mejor que sus hijos e hijas hagan deberes porque ellos han crecido bajo este sistema y les ha ido bien, aseguran haber aprendido mucho. Otros opinan que no porque les quita tiempo para actividades extra-escolares, jugar, aprender otras cosas, en definitiva, desarrollarse de forma completa en todos los ámbitos posibles, no sólo el académico.
Después de haber leído y escuchado un abanico variopinto de opiniones he de decir que bajo mi punto de vista es necesario que los padres se involucren en la formación de sus hijos e hijas, ya que son una parte esencial del proceso; y que son las personas con las que más tiempo pasan (en la mayoría de los casos).

Pero estoy totalmente en contra de los deberes para casa, porque supone un excesivo "academicismo y enfoque memorístico" por parte del sistema educativo. Lo que deberíamos hacer es fomentar el juego simbólico, la atención y participación dentro de las aulas (para así, poder extrapolar esta atención al mundo exterior). Deberíamos crear niños y niñas ilusionados por aprender y, con la carga excesiva de deberes, lo único que conseguimos es que se aburran, que no quieran aprender, porque lo asocian con no poder jugar, no poder disfrutar, desarrollarse.
Desde pequeños matamos su creatividad, acabamos con el pensamiento divergente y creo que los deberes tienen gran parte de culpa.
En conclusión, cabe añadir que no tenemos pruebas de que los deberes funcionen, pero si tenemos pruebas de lo contrario, el sistema educativo Finlandés, sin deberes, sin apuntes, y se encuentra en la cabeza educativa de Europa. Llega el momento de preguntarse si lo estamos haciendo bien o si merece la pena discutir un tema que, desde mi punto de vista, está más que claro.